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En las vicisitudes vividas por el cine argentino desde los años cincuenta, la figura de Fernando Ayala ha sido un factor de equilibrio, como lo refleja su propia obra dentro del panorama nacional.
Productor y director, Ayala ha procurado ser fiel a una fórmula que inspiró al maestro René Clair: el mejor cine posible para la mayor cantidad posible de espectadores. Su filmografía procura aunar expresión y espectáculo, de ahí que pueda abarcar tanto la temática conflictiva como el entretenimiento en la comedia mundana o la farsa. El crítico Armando Rapallo, cuya propia trayectoria es en parte paralela a la de Ayala, lo analiza sin soslayar las metas que el veterano cineasta se propuso en pro de un arte-industria de no fácil continuidad.