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En lo escrito sobre el cine argentino se omite generalmente un género. Pocas veces se ha examinado a fondo la comedia, salvo en su relación con el sainete y la revista a comienzos del período sonoro.
Esa parcialidad explica que Carlos Schlieper sea uno de los directores menos frecuentados en el análisis o la evocación. Es, sin embargo, el realizador prototípico de la comedia nacional pero emparentado con la travesura y el equívoco que el cine europeo y norteamericano le insuflaron a través de Lubitsch o Clair. Además, sus películas corresponden a la realidad económica de la nueva burguesía argentina de los años cuarenta y cincuenta. Y dentro de esa realidad, Schlieper destaca como ninguno el papel protagónico de la mujer.
Teniendo en cuenta dichos aspectos, el crítico Abel Posadas constituye una indagación inédita que revaloriza a este director.