Más resultados...
Desde el cincuenta, en plena posguerra transgresora, ningún cineasta argentino trascendió nacional e internacionalmente en la magnitud de Leopoldo Torre Nilsson.
Para la crítica que llega hasta fines de los años ochenta fue el director paradigmático, audaz en la elaboración del lenguaje y atrevido en una temática cuestionadora. Aquel que se había iniciado en 1957 cuando La casa del ángel sorprendió a la mejor crítica concurrente al Festival de Cannes. Nadie como él paseó al cine nacional en las convocatorias mundiales ni llevó una voz argentina sin complejos de inferioridad. Nadie como él luchó en el país contra la censura en tiempos de amenaza y represión.
Pero Torre Nilsson murió prematuramente en 1978 y otras proposiciones ha formulado el cine desde entonces. Porqué no reconocerlo, la crítica subsiguiente tiene derecho a una nueva visión de su obra. Es lo que intenta con respeto el joven ensayista Fernando Peña, que analiza a Torre Nilsson y se atreve a redescubrirlo.