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La carrera de Adolfo Aristarain es ya extensa en el cine argentino y aun en el extranjero, si se tienen en cuenta los trabajos de formación -en España particularmente- anteriores a su meta de realizador.
El público prefiere apresarla desde la primera película que dirigió: La parte del león, en 1978. Ulteriormente Tiempo de revancha y Últimos días de la víctima avanzaron sobre el estilo inicial bosquejado. Consagraron con múltiples matices la personalidad de un contador de historias que, tras la intriga del cine clásico y el modelo norteamericano, no elude instancias sociopolíticas nacionales menos proclamadas que implícitas.
Hasta hoy Un lugar en el mundo colma una madurez narrativa que destaca a un cineasta de lenguaje claro y preciso, frecuentemente sutil y sin vueltas para la comprensión del público. El autor de este trabajo, Fernando Brenner, crítico, ha seguido fielmente su filmografía sin excluir aspectos semiignorados en la Argentina.