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Las relaciones entre la literatura y el cine, como se sabe, se han desarrollado vigorosamente desde los inicios del arte audiovisual. Se fundaron sobre todo en el hecho de que estas dos disciplinas artísticas se han constituido históricamente como tributarias de la práctica común de contar historias. Pero la percepción de esa semejanza, apoyada en la hegemonía de la función narrativa, ha ocultado (y desestimado por añadidura) no sólo las demás funciones (no narrativas) de estas artes, sino la diferencia ontológica entre las imágenes que una y otra producen. No se debería entender, entonces, la relación literatura/cine como un mero trasvase de un formato a otro, pues cada arte y cada género deben ser considerados según sus propios términos y reglas de construcción. Conviene no juzgar un hecho artístico homólogo de otro en función de su fidelidad o semejanza con el “original”, en tanto la nueva obra es un ejercicio de plena libertad que convoca a entrar en un nuevo universo emanado de otra creación. Puede ser retomado en este sentido el viejo concepto lucreciano de simulacro, rescatado del olvido por Deleuze. El prerrequisito para ello es apartarnos de la arraigada teoría platónica, según la cual la copia es una representación genuina del original, mientras que el simulacro es una mala copia, y por ende desechable. Platón fundó la lógica de la representación, para la cual existen copias buenas y copias malas; y los simulacros quedaron expulsados de ese juego como lo Otro. Pero el simulacro responde a otra constitución, en la que anida una diferencia. Los simulacros son un tipo de imágenes que no refieren a un modelo fundador, del cual la obra segunda (cinematográfica en el caso de nuestro interés) deba ser considerada un simple derivado de la primera (el texto literario) que obraría como unificador y fuente última del sentido. A diferencia del esquema jerárquico derivado de esa lógica, en este otro esquema todos los simulacros se encuentran en pie de igualdad.
Partiendo de estos principios ontológicos presentamos aquí un conjunto de investigaciones en las que se han analizado obras literarias y cinematográficas que se pueden pensar como simulacros artísticos, como mundos ficcionales convergentes, divergentes o paralelos, sin remisión al modelo original/copia.