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Se dice: Hidalgo es un fotógrafo impresionista. Pero Hidalgo es mucho más que esto. Es un virtuoso de la cámara. Sus fotos expuestas en las galerías de París, Nueva York, Ámsterdam y en la Photokina de Colonia, han hecho de él uno de los fotógrafos más conocidos del mundo. Estudió en las Escuelas Superiores de Bellas Artes de Madrid y Barcelona, completando sus estudios en Bellas Artes de París. Después trabaja durante algunos años en calidad de ilustrador, entre otros para la televisión francesa, actividad que le condujo a la fotografía.
En 1963, Hidalgo viaja por primera vez por Europa, África, Asia y América, con el fin de ver y crear imágenes de este mundo. Las ciudades, lugar de nuestra intensa y explosiva vida, le atrapan y toma posesión de ellas, las reproduce, las transforma aparentemente. Hidalgo nos evoca imágenes sensuales, complejas, llenas de sensibilidad, colores, luces, perfumes, ruidos. Sabor y atmósfera de las ciudades se descubren en sus fotos, carácter y alma se nos revelan de manera mágica, aprovechando su doble talento de fotógrafo, a la vez, objetivo y romántico.
Se ha consagrado igualmente a muchos otros temas, fotografiando entre ellos a hombres políticos, actores, niños, maniquíes. El arte de Hidalgo es una magia dialéctica llena de luz: no refleja una apariencia de la situación presente, sino que reúne y fija todas las contradicciones en una imagen, hace visible las posibilidades pasadas y futuras. Las fotografías, a veces, pequeños detalles de una gran ciudad, llevan de la particularidad a la generalidad. De este modo se extiende el aspecto asolado apareciendo en una visión amplia.
El arte de Hidalgo nos deja descubrir lo que nos parecía escondido y velado.