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No es éste un texto teórico ni una investigación de ésas que sacan su último dato de la almohada de un erudito. Es una miscelánea escrita con lenguaje periodístico -el que conozco y practico a diario-, elaborada con profundo amor.
No será difícil comprobar que la sucesión de los capítulos tiene la estructura de un embudo con el pico hacia abajo. Apretado a lo último y bastante más desarrollados los comienzos y períodos de cambios y apogeo.
Quizás me interesó desentrañar la anécdota de aquello que viví como simple espectador, cuando era niño, en los años 40 y 50, incontaminado todavía por la necesidad laboral de despellejar las películas para conocerlas por dentro. Pienso que a mis lectores también les interesará más aquella época de románticos fundadores.
Queda para futuros trabajadores de la investigación ocuparse con minuciosidad de los últimos veinte años de Argentina Sono Film, que todavía no son historia. Queda para ellos la obligación de cronicarlos. No será tarea sencilla.
Para los curiosos, uno de los Apéndices incluye la lista ordenada por fecha de todos los estrenos que Argentina Sono Film produjo y distribuyó y un fichero alfabético de esos mismos títulos, con la indicación de los premios obtenidos. Este trabajo de fichaje fue responsabilidad de Miguel Ángel Rosado, investigador y ordenado venerador del cine argentino. La tarea, a su lado, fue otro placer y su dedicación, una envidiable muestra de que el cine nacional interesa a los estudiosos como una de las formas habitualmente consideradas más prestigiosas de la cultura.
Los reportajes incluidos son obra también de Miguel Ángel Rosado, excepto el de Carmelo Santiago, que hice un 31 de diciembre, y el de Atilio Mentasti, que compartimos. Después le dimos a este último la forma de un monólogo, de modo que el lector pueda sentirse el interlocutor válido. Las palabras de Enrique Carreras fueron un aporte personal como adhesión a este texto.
Claudio España