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Nacido en México a fines del siglo XVI, Juan Ruiz de Alarcón está situado entre dos mundos: el americano de su nacimiento y de sus afectos, y el español de sus viajes y contactos culturales. Doble vertiente que enriquecerá su universo teatral, donde la intensidad supera a la extensión. Por La verdad sospechosa desfilan galanes, damas, viejos, graciosos, criados… Cada uno se suma al coro con sus reflexiones, sus ironías, sus afanes. A través de ellos la vida de la corte pasa por un espejo fidelísimo en la devolución de las imágenes. Mentiras y pensamientos morales son servidos en un lenguaje sutil, abundoso en juegos de palabras. Don García, personaje central del enredo, miente no sólo para conquistar a la dama de su corazón, sino también para darse ínfulas. Todos quedan atrapados en la fabulación, hasta que al fin el mentiroso cae víctima de sus propias artimañas. El estudio preliminar y las notas críticas completan el marco en que La verdad sospechosa es presentada en esta versión. Vayamos, pues, a ver qué encubre dicha verdad.