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El teatro urbano, de interiores, de callado recogimiento y de finísima matización psicológica -que constituye un singular apartado en la historia del drama del siglo XVII-, tuvo su mayor representante en Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza (c. 1581-1639). Los pechos privilegiados, Las paredes oyen, No hay mal que por bien no venga, El examen de maridos y, sobre todo, La verdad sospechosa se cuentan entre las piezas más famosas de este dramaturgo, que no gozó del favor del gran público ni del aprecio de sus colegas (Góngora, Suárez de Figueroa, Quevedo, Salas Barbadillo, entre otros, se burlaron despiadadamente de sus defectos físicos). Sin embargo, ya en su tiempo fuera de España (cabe recordar los fervorosos elogios de Corneille, por ejemplo) y luego la posterioridad, supieron reconocer sus méritos y originalidad. Una originalidad que radica en no escasa medida en su “mexicanidad”, pues Ruiz de Alarcón constituye -junto con Sor Juana y el Inca Garcilaso- la más alta trilogía de los primeros escritores nacidos en la América española.