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Cruzábamos los Andes, saliendo de La Paz camino al Pueblo de Creadores en tierras bajas (para el estándar boliviano), donde Iván Nogales y los artistas de la Fundación Comunidad de Productores de Arte están construyendo la villa de todos los pueblos y artistas de América Latina; un lugar para crear, soñar y mirar las majestuosas montañas andinas. Todo por imaginar, todo por hacer. ¡Todo listo! Listo, completo en nuestras mentes. Un sueño.
Un sueño de descolonización, de pensar por nuestras propias cabezas, de cambiar actitudes, pensamientos, de cambiar el cuerpo.
En la vuelta a La Paz, nuevo contacto íntimo con la montaña.
—¡Mirá!— me dijo Iván.
—Pararemos un poco— pedí —quiero tocar el hielo.
—La destlería de los Andes, que gota a gota se transforma en las aguas del Amazonas— complementa Iván.
Aquellas inmensas paredes heladas en un tono azul. Las toqué con las manos, ojos y oídos. La sinfonía de las aguas por detrás de la cubierta de hielo. La destilería en acción. Inmediatamente me acordé de la carta de Caminha, el escribano que acompañó las escuadras de Pedro Alvares Cabral en la ocasión de la llegada de los portugueses a las tierras que se llamarían Brasil: “Las aguas son muchas, infinitas (…) todo lo que se planta, nace!”
Celio Turino
Historiador, escritor y gestor de políticas públicas.
Creador del programa Cultura Viva en Brasil