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Uno de los índices para medir la importancia de esta singular pieza de teatro es sin duda la circunstancia de que su título ha dado pie para bautizar a toda una generación de escritores ingleses. “Jóvenes iracundos”, en efecto, han sido llamados el novelista John Wain, el ensayista Colin Wilson y otros que, junto con John Osborne, se han distinguido por obras llenas de un feroz disconformismo. Testigos de un mundo arrasado no sólo por conflictos materiales sino también por un cisma en las almas que ha puesto en cuestión los valores sobre los que asentaba la vida del mundo occidental, los personajes de “Recordando con ira”, como todos sus coetáneos vivientes, reaccionan con obstinada desesperación, propagan contra todo, contra lo que aman y lo que no aman, esa guerra cuyo campo más profundo se halla en el fondo de sí mismos.