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La variedad y la equilibrada continuidad del talento de André Gide pueden observarse bien en sus obras teatrales, reunidas aquí en un solo volumen. Un pensamiento filosófico que evoluciona pero no se desvía, es lo que puede sentir todo lector como fondo y apoyo de esas diversas interpretaciones de tema bíblico -“Saúl”-, antiguas leyendas -“El rey Candaules”, “Edipo”-, profundo mito -“Perséfone”-, y aun de la maliciosa farsa de “El árbol número trece”. En la técnica literaria persiste una unidad de estilo señalada por la difícil simplicidad de la elegancia gideana, no desmentida por la inquietud que se muestra en el deseo de experimentar, que da curiosas variedades de forma a la prosa y el verso.
El Teatro de Gide lleva siempre consigo cierta condición indispensable a un teatro verdaderamente selecto: bajo la elegancia de la forma debe latir una real audacia de fondo. Esta audacia ha hecho de las piezas de Gide tema de grandes ataques y defensas, aunque casi toda la crítica estuviera de acuerdo sobre la alta calidad de la técnica.
En estas como en otras obras de Gide la fama del autor se afirmaba -hasta la obtención del premio Nobel- con la oposición despertada. Entre ataques y admiraciones se afinó la calidad de “élite” en estas piezas teatrales, que se refleja en el nombre de los actores que las representaron y, en muchos de los que presenciaron su representación, en el deseo de volver a poseerlas con la lectura.