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Este libro tiene mucho de ventana. Más precisamente, de la ventana de un pequeño estudio de danza en una esquina, calle por medio de las vías del ferrocarril, en la ciudad argentina de Neuquén. En ese estudio, Violeta Britos desarrolla sus clases de danza emotiva. Durante 1998, Violeta fue tomando notas de esas clases; casi día a día registró por escrito las imágenes, reflexiones y emociones que surgen en la preparación y el desarrollo de cada encuentro con sus alumnos. Ese registro de las experiencias vividas a lo largo del curso forma el cuerpo principal de este libro. Su lectura nos permite asomarnos al trabajo que viene realizando Violeta, convencida de que la danza no es un “privilegio de dotados”, sino una forma de expresión y goce para todos.
Violeta Britos es bailarina, coreógrafa y docente artística. Estudió danza moderna en Buenos Aires con Bella Malkenson y con la pedagoga, internacionalmente reconocida, María Fux. Integró los grupos de danza Hoy (directora María Fux) y Tanzz (directora Paula Eberhardt). Presentó coreografías de su autoría, grupal e individualmente, en distintas salas de Buenos Aires; entre ellas el Teatro San Martín. Integró el movimiento Danza Abierta. Entre otros espectáculos, participó en Bodas de sangre (Buenos Aires, 1989; premio Galpón del Sur a la coreografía), Circus (Neuquén, 1996; premiada en la Fiesta Nacional del Teatro 1997), Marcos de mujer (Neuquén, 1997) y Corazones subterráneos (Neuquén, 1998). Encuentro Latinoamericano de Danza (Córdoba, 2000; medallas de oro como maestra preparadora y de plata para la coreografía de la en la categoría Danza Libre). Fue docente en el estudio de María Fux y en la escuela de actores de Alejandra Boero, y dirigió seminarios y talleres en la Escuela Nacional de Danza (Buenos Aires), la Universidad Nacional del Comahue y otras instituciones del Neuquén y Río Negro. Ha participado en congresos, encuentros y jornadas sobre aspectos del trabajo corporal, la integración de discapacitados y danzaterapia. Ha presentado proyectos sobre estos temas a la UNESCO, que los declaró de interés. Desde 1990 reside en Neuquén, donde da clases de danza emotiva con su propia técnica.