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Si hay una razón que complejiza la escritura de la comedia, que la vuelve un auténtico desafío, es ni más ni menos que el compromiso creador que exige siempre esa distorsión poética de la realidad. Mirar la vida con ojos de autor de comedia implica la adopción de unos riesgosos lentes deformantes que hacen que toda realidad aparezca modificada, procesada, cargada con esas nuevas formas que resultarán ahora inevitablemente significantes. Esos lentes de mirar “tras el cristal de la costumbre” que hacen del comediógrafo con voluntad trascendente nada más y nada menos que un inclaudicable poeta.
Jorge Huertas elige con estas piezas ese camino complejo y las construye con enorme solvencia. Así como para hablar con espontaneidad cualquier idioma es necesario “pensar” en ese idioma, para escribir comedias es imprescindible el don de “pensar en comedia”. Lejos de la vulgaridad laboriosa de traducir sucesivamente una situación a su código divertido, Jorge Huertas habla en estas tres obras en la más pura comedia, con esa soltura, y esa seguridad, que sólo permite la lengua madre.
Mauricio Kartun