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En El diablo y Dios el personaje central Goetz encarna magistralmente el mal, el mal absoluto; lleva así sus tropas deliberadamente a la muerte y descarga su responsabilidad en Dios. Y cuando aparentemente cambia, por una apuesta, pretendiendo hacer el bien, gana por medio de trampas. De hecho, Goetz, no cree en Dios ni en el diablo; quiere lo absoluto, quiere ser uno u otro por ambición o afán de asombrar, pero sin que entre en juego ninguna creencia.