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Tras el éxito de público de ¿Quién teme a Virginia Woolf?, Edward Albee se convierte en un dramaturgo consagrado. Esta obra será siempre el texto con el que se identifica al dramaturgo y el estándar con el que a menudo se ha medido su trabajo posterior. ¿Quién teme a Virginia Woolf? convirtió a Albee, de la noche a la mañana, de un intelectual Off-Broadway en una figura incuestionable del teatro de su tiempo.
El centro explícito de ¿Quién teme a Virginia Woolf? es la relación entre las ilusiones privadas, íntimas, de los individuos, mentiras que mediatizan nuestra existencia en el mundo, y la propia realidad, incontrolable, difícil, que apenas ofrece resquicio a la esperanza. A pesar de sus diálogos lacerantes y de un lenguaje cuya sustancia es la mentira, las relaciones entre George y Martha, las relaciones entre los seres humanos, necesitan mantener las fantasías como juego, admitir que habrá dolor, que nunca habrá felicidad, pero que al menos el individuo tampoco estará del todo solo.