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Este libro estudia un aspecto particular del vasto campo de las relaciones entre el arte y la sociedad. Toma como punto de partida un análisis de la pintura italiana del Quattrocento y demuestra la imposibilidad de comprenderla cuando se erige en principio, el valor objetivo y permanente de una determinada figuración perspectiva del espacio. La perspectiva lineal -que no es en absoluto la única fórmula conocida por el Quattrocento- no es el sistema racional mejor adaptado a la estructura de la mente humana: no supone un progreso absoluto de la humanidad en su afán por lograr una representación cada vez más ajustada al mundo exterior en la pantalla plástica fija de dos dimensiones; es uno de los aspectos de un modo de expresión convencional correspondiente a un cierto estado de las técnicas, la ciencia y el orden social del mundo en un momento dado.