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El nombre de Derrida está estrechamente ligado al término deconstrucción. La disolución de fronteras estrictas entre filosofía y literatura que propugna la deconstrucción, la convierten en una estrategia de lectura, en un mecanismo textual por encima de las intenciones del autor y del texto mismo.
Lo que Derrida viene a afirmar es que existe una pluralidad de interpretaciones, o de sentidos, y que no se puede decidir la superioridad de unas sobre otras. Saussure, Rousseau, Kant, Nietzsche, Husserl, Heidegger, Valéry, Austin o Benveniste son interrogados en este libro para reafirmar la necesidad de una deconstrucción rigurosa y generadora.