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Oscura, barroca y mágica, Macbeth es una de las obras de la madurez de la genialidad de William Shakespeare. Junto con Hamlet, Troilo y Crésida, Otelo, El rey Lear, Antonio y Cleopatra, Timón de Atenas y Coriolano, escritas todas entre 1601 y 1608, compone el núcleo de tragedias central en su obra, donde el destino del hombre está marcado por sus errores y pasiones. En sus cinco actos, entre presagios de brujas y días tempestuosos, esta tragedia nos muestra cómo la ambición desmedida del hombre devora su corazón, cómo la naturaleza perniciosa del poder sólo busca más poder y nunca se sacia, cómo el crimen y la culpa destruyen reyes y reinos. Así como Hamlet ha pasado a ser un personaje universal, la representación de la duda existencial del hombre, lady Macbeth, con sus manos ensangrentadas por siempre, representa al ser humano arrasado por una de sus pasiones más oscuras: la codicia.