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Presentamos al lector libros que hablan de sus cosas y que le demuestran que en ellas existen, más allá de valoraciones, un tono, un sabor que le son propios, en definitiva que le pertenecen. Son parte de su patrimonio cultural, su vida cotidiana, su identidad.
El río como eje de la presente antología aborda un mundo complejo y mutante. Frente al movimiento constante del río, el paisaje ribereño impone su quietud ensimismada e indolente. Los hombres que lo habitan o se aventuran en él, saben que el río es duro y amargo. Espacio propicio para los excesos de la imaginación, el río, que mucho da, se ocupa igualmente de cobrar su tributo tanto a sus desventurados hijos como a los que se aventuran por sus aguas.