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Dublinés de nacimiento y parisino de adopción, Samuel Beckett ha revolucionado la estética de la novela y el teatro contemporáneos y es un claro paradigma de la conciencia dividida del artista moderno. Maestro del lenguaje y dotado de un sentido del humor corrosivo inimitable, Beckett ha emplazado en el centro de su obra la radical inseguridad del hombre moderno.
Los días felices es una pieza clave en el teatro de Beckett, que, continuando el proceso de depuración escénica de sus obras precedentes, presenta también características fundamentales de sus piezas posteriores. Winnie, torturada por una luz cegadora y semienterrada en un montículo calcinado, se arropa en un ritual de gestos cotidianos y encuentra siempre motivos, por insignificantes que éstos sean, para considerar sus días felices.