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¿Por qué va la gente al teatro? Quizá simplemente para entretenerse. O para escapar de un mundo pequeño. O para ver reflejados los propios problemas vitales en situaciones en las que la fusión de realidad y fantasía expresa una verdad humana. Sea como fuere, el público va al teatro para participar, para satisfacer una “necesidad estética”, para integrar a su manera La escena en acción.
En su concepción del teatro Samuel Selden concede primordial importancia al público, a sus relaciones, a sus necesidades: son ellas las que prestan sentido al espectáculo y constituyen, en definitiva, el fundamento obligado de cualquier concepción funcional del teatro.
Las relaciones recíprocas entre otras artes, y las que se establecen entre ellas y el teatro como un todo son estudiadas de modo tal que el ritmo y el tono, las técnicas del bailarín y del mimo, las del cantante y del orador, la danza, la música, el diseño y la composición, la obra, el actor, el director y la unidad pictórica del conjunto, se subordinan a lo que ha de ser el espectáculo.
Numerosos dibujos y fotos contribuyen a ilustrar los conceptos de esta obra cuyo propósito es proporcionar al lector “una comprensión más amplia de los problemas que entraña una representación dramática efectiva, contemplándolos desde un nuevo ángulo”.