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Terminada dos meses antes del asesinato de Lorca, La casa de Bernarda Alba significa la culminación de su teatro renovador y poético. Se la considera a veces como la tercera pieza de una trilogía rural integrada por Bodas de sangre y Yerma. Debe ubicársela dentro de una constante lorquiana, que es la lucha del hombre contra el despotismo. Algunos críticos han intentado leerla como una premonición de la guerra civil española. Pero la obra trasciende las circunstancias de España. Un realismo estilizado nos introduce en esa casa de mujeres solas que ven pasar el tiempo encerradas a pesar suyo, no solo en la casa, sino en el luto, en el sentimiento de pertenecer a una clase, en el qué dirán. De la contienda entre estos múltiples encierros que personifica Bernarda y el ansia de libertad y de realización personal sobre sus hijas -sobre todo a través del hombre y la maternidad-, nace el conflicto y estalla la tragedia.