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A comienzos de la década del 70, Victoria Ocampo -por entonces miembro del Directorio del Fondo Nacional de las Artes- inició la empresa de publicar grandes obras de la literatura universal traducidas por los más importantes escritores y estudiosos argentinos. Esta versión de Fedra de Racine debida a la pluma de Manuel Mujica Láinez fue una de las que iniciaron la realización de ese proyecto y es hoy un texto de inapreciable valor para todo lector de la literatura clásica universal.
Los alejandrinos de la admirable traducción de Manuel Mujica Láinez preservan el esplendor de los de Racine y la fascinación de Fedra, personaje infinitamente seductor, terrible y conmovedor a la vez: “Fedra -escribió Roger Caillois en el prólogo a esta versión-, o la dimisión, el íntimo desfallecimiento repetido que, insensiblemente, ha dejado de ser debilidad para transformarse en fuerza irresistible. En este sentido, Fedra puede considerarse la tragedia por excelencia”.