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“Comediante y mártir” llamó Sartre a Genet, desde el título del libro que consagró a la personalidad más controvertida y elusiva de la literatura francesa contemporánea. Comediante y mártir porque apariencia y verdad, juego y trascendencia establecen en la obra y en la vida de Genet una relación insólita. Fue precisamente su vida desdichada lo que, en un principio, recibió más atención: la obra (difundida clandestinamente en la posguerra) tuvo menos lectores que las crónicas periodísticas donde sus delitos se consignaban puntualmente.
Hacia 1950, cuando Jean Genet (nacido en París en 1910) decide abandonar la literatura, la editorial Gallimard emprende la publicación de todas sus obras, precedidos por el tomo donde Jean-Paul Sartre estudió el universo moral y novelesco del autor (San Genet, comediante y mártir, en la colección Cristal del Tiempo de Editorial Losada). Vuelve entonces a publicar y alcanza súbita celebridad internacional con una serie de otras teatrales notables. Se ha dicho que la superioridad del teatro de Genet sobre sus novelas está en la estilización que el respeto por las convenciones del espectáculo impuso o la crudeza de su imaginación, volcada sin continencia en las novelas de su primera época.
Pero el universo que proponen es, inconfundiblemente, el mismo, y esto confirma la gran originalidad de Genet. La encarnación en el mal, la búsqueda alucinada del mayor delito (o pecado) y de la mayor condena, son formas de buscar una forma de santidad, como supo verlo Sartre; los criminales que desdeñan la indulgencia quieren que su castigo sea tan absoluto como el mal que aspiran a encarnar. Criadas que se fingen sus propias patronas para humillarse mejor, negros que se fingen blancos para ejercer la injusticia, clientes de un prostíbulo donde se vende la ilusión de una personalidad deseada, son personajes representativos de ese mundo que, en este volumen de la Biblioteca Clásica y Contemporánea se manifiesta a través de tres de sus obras teatrales.