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Calma, pero demasiado de esa calma que lastima, demasiadas palabras ajenas, pegajosas, oscuras, siniestras, regurgitando sin vocación en una misma garganta mentirosa. Y la mano incrustada en la columna vertebral manipulando la emoción. Arrullo, teta, leche, mamá, calma… ¡Carajo! Extraño lo que nunca tuve.