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El arte narrativo de Bernardo Kordon tiene, como trasfondo y como esencia, a esa realidad cotidiana tan difícil de asir y de recrear. Los doce relatos reunidos en “Domingo en el río” son justamente una transposición de la realidad a la literatura, con el resultado directo de una serie de pantallazos en los que se conjuga la vida interior (del autor y de sus personajes), con las circunstancias planteadas desde afuera. Y, si bien esa circunstancias son muchas, bien puede decirse que hay una que resume y concentra a todas: Buenos Aires. La ciudad, multiforme e impenetrable, subyace detrás de cada idea, de cada formulación, de cada acto, como si ella fuera la Hacedora de almas y la Destructora también, simultáneamente. De sus doce narraciones hay una que puede calificarse, sin lugar a dudas, de magistral. Nos referimos a “La desconocida”, que en breves páginas y sin alardes técnicos logra algo que puede parecer una paradoja: comunicar la incomunicación.
Eduardo Gudiño Kieffer en “La Gaceta” de Tucumán
Con el tiempo y los libros, el lenguaje de Bernardo Kordon ha ganado en esencia, se ha convertido en un instrumento filoso y sensible; a mayor economía verbal, un mayor poder narrativo, una más directa aproximación a los seres y a los objetos se desprende de su estilo sin piruetas ni efusiones. Los cuentos de “Un día menos” señalan una cima en la carrera de Kordon; señalan, nuevamente, en qué región cosecha sus mejores frutos. Porque sólo cuando pinta su país, y comenzó a hacerlo un cuarto de siglo atrás, Kordon es uno de los más importantes escritores argentinos.