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Fray Gabriel Téllez (1571?-1648), monje de la Merced que nació en Madrid y adoptó el seudónimo de Tirso de Molina, es una de las figuras sobresalientes del teatro español en su época de mayor esplendor. Datos seguros -como su corta residencia en tierra americana- y varios dudosos -se lo ha supuesto hijo natural del duque de Osuna- se mezclan en su biografía.
Más allá de esas imprecisiones queda su obra escrita, de proclamada filiación lopesca, pero depurada en temas e intensificada en el hondo trazado de los caracteres (sobre todo de los femeninos). En las comedias de Tirso la burla es elegante, grande la ternura y sin par la destreza para resolver situaciones e imprimir a la acción un ritmo que ha sido calificado de “cinematográfico”. De su amplia producción teatral, El burlador de Sevilla y convidado de piedra (la edición más antigua que se conoce es de 1630), que dramatiza la leyenda de don Juan Tenorio, es la que ha conocido más larga y merecida fama (incluyendo las “reencarnaciones” del personaje en autores como Molière, Goldoni, Byron y Zorrilla).