Más resultados...
Escribir acerca del arte y sus historiadores sin mencionar los fines y estrategias de sus actores, las batallas silenciosas o estridentes respecto de sus búsquedas y debates, su grado de posicionamiento en la esfera local o global, el peso gravitacional de las instituciones en juego, o los destinos de una imagen que se resiste a ser observada de manera inocente, resulta hoy un propósito imposible de perseguir para quienes entendemos la disciplina de la historia del arte como una actividad capaz de convocar miradas que penetran y a su vez desbordan los límites del propio objeto, y de derramar sus intereses sobre otros campos, sin perder por ello su especificidad.
Es en este engranaje de imágenes, palabras y acciones en el que se instala el presente libro.
Por un lado, cada uno de los artículos nos ofrece la posibilidad de internarnos en casos diversos -desde la Antigüedad clásica hasta los tiempos contemporáneos- en los que lo visual evidencia las marcas de sus dobleces, aquello que oculta pero que, paradójicamente, le otorga densidad semántica. Tretas de lo visible que el historiador del arte debe animarse a reconocer y activar toda vez que ingresa al juego que estos objetos le proponen, pero en el que muchas veces corre el riesgo de quedar prendado de la seducción de sus costados más denotativos. En esta oportunidad, si bien la consigna que reunió a cada uno de los autores no estuvo guiada por una temática en particular, resultan sorprendentes los vasos comunicantes que se establecen entre sus textos. Y es que, precisamente, sus miradas abrevan en la manera en que las imágenes exhiben una doble dimensión de brillo y opacidad en sus significados, dimensión que las fortalece y las despoja de una condición pasiva, devolviendo a dichas miradas la posibilidad de preguntas tan profundas como originales, en las que también es viable identificar preocupaciones comunes.