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Se ha escrito mucho acerca del teatro. Pero los autores se atienen ordinariamente a uno solo de sus aspectos. La mayoría no estudia más que la literatura dramática. Algunos sólo conceden atención al decorado o al trabajo de los actores.
Pero el teatro es un arte complejo y autónomo. Si en este pequeño libro añadimos algo nuevo al concepto del teatro, será indudablemente el empeño de no perder nunca de vista la totalidad de sus elementos.
Esos elementos, que brotan de una misma fuente, a veces permanecen unidos, a veces se separan. En algunas ocasiones, uno de ellos predomina, pero los demás siguen manifestándose oscuramente, listos para ocupar el lugar preferente. Así se desarrolla la vida del arte teatral, con sus períodos de plenitud, sus accidentes y sus decadencias.
Nos hemos esforzado en describir la vida del arte teatral por medio de ejemplos concretos, limitándonos siempre a sus grandes líneas para hacerla más fácilmente inteligible. Que nadie se sorprenda de alguna omisión. De hombres y obras sólo hemos querido recoger lo esencial.
También nos ha sido necesario pasar rápidamente sobre algunos factores secundarios que no carecen de importancia en la elaboración del drama: la condición social de los comediantes; la legislación teatral; la economía financiera de los espectáculos; las relaciones con el Estado. No hemos podido hacer sino breves alusiones a la composición del público, a su distribución en las salas según las costumbres del siglo y las iniciativas de los arquitectos, contingencias que no dejan de influir sobre la obra dramática.
Finalmente, y sin la pretensión de establecer una bibliografía racional, enumeramos sencillamente las obras en las que obtuvimos informaciones. Librar el arte teatral de ilusorias dependencias y colocarlo en su plano verdadero: tal ha sido nuestro único propósito. ¡Ojalá fuera posible suscitar en nuestros lectores algo de la pasión que nos inspira!