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A comienzos de junio de 1943, en el Theâtre de la Cité, Charles Dullin estrena Les Mouches (Las moscas), una pieza que suscita encontrados y enconados juicios y que su autor ha de definir entonces como “la tragedia de la libertad en oposición a la tragedia de la fatalidad”. Su autor es Jean-Paul Sartre, un profesor de filosofía que por esos años empezaba a adquirir cierto renombre como narrador (había publicado los cuentos de El muro y La náusea), crítico (sus notas sobre Mauriac, Nabokov o Faulkner, por ejemplo) y filósofo (Gallimard editará ese mismo año El Ser y la Nada, “ensayo de ontología fenomenológica” que suma 724 páginas). Desde aquella fecha hasta la premiere de Los secuestrados de Altona el 24 de septiembre de 1959, se sucedieron otras varias obras de teatro, como A puerta cerrada, Muertos sin sepultura, Las manos sucias, El diablo y Dios. Paralelamente a esta fecunda labor de creador, Sartre abundó en comentarios, entrevistas y conferencias sobre el trabajo escénico, desde luego sobre sus propias obras pero también acerca de la función y el sentido del teatro en general. Michel Ribalka y Michel Contat, conocidos estudiosos de la obra sartreana han realizado el trabajo de compilación y ensamble de ese amplio y útil material, que aparece así por primera vez en forma de libro.