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Traición cuenta la historia de un triángulo amoroso. Emma mantiene una relación con Jerry, que es el mejor amigo de Robert, su marido. Y esta trama tan reconocible permite a Pinter jugar de nuevo al gato y al ratón con el espectador, pero desde el lado contrario. Si normalmente Pinter se vuelve ambiguo con los personajes y la trama -y se sirve de un lenguaje enigmático que obliga al espectador a intentar dar sentido y establecer relaciones para desentrañar el argumento-, aquí todo funciona al revés. La peripecia es clarísima y se convierte en una especie de neblina que nos impide ver lo que hay detrás, lo realmente importante. Los personajes parecen ser claros, parecen luchar por expresar aquello que creen, o más bien quieren creer. Se esfuerzan por mantenerse dentro de los límites de lo razonable.