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Oscar Ferrigno dio centralidad e inclinación a Fray Mocho, elenco que entre 1952 y 1958 recorrió más de 80.000 km. para realizar 623 representaciones en más de 200 ciudades, pueblos y parajes. Sumando la sala porteña los vieron 300.000 espectadores.
En una sola de sus giras, durante el año 1954, recorrieron 18.806 kilómetros a lo largo de 304 días continuos. Atravesaron los paisajes de 18 provincias en Argentina y siete regiones en Chile. Realizaron 243 representaciones, dictaron 76 conferencias y montaron 40 exposiciones. Lo hicieron en 78 localidades argentinas y 10 chilenas, donde cumplieron con 75 de las representaciones. Los vieron unos 100.000 espectadores, de los cuales 12.000 fueron escolares en funciones especiales para niños.
Argentina tenía la mitad de los habitantes actuales y la mayoría de sus rutas aún eran de tierra. Algunas veces armaron escenarios ellos mismos a la vista del público, en parajes donde los espectadores observaban las escenas sin bajarse del caballo. Vestían de una manera llamativa adelantando en veinte años la moda de la juventud. La etapa chilena la hicieron en tren, compartiendo los vagones con los campesinos del sur de Chile, sus productos y animales.
El Teatro era también una Escuela y un Centro de Estudio e Investigación que tradujo por primera vez al castellano el texto fundacional del método de Bertolt Brecht, dieron a conocer masivamente a Stanislavski y a Emile Jaques-Dalcroze, montaron una biblioteca especializada, mantuvieron una sede en uso durante diez años y una sala durante seis, artistas e intelectuales brindaron allí sus conocimientos mediante charlas y conferencias. Las cifras estadísticas dan cuenta de un trabajo y un tesón propio de grandes personalidades y grandes objetivos.
¿Cómo fue posible que jóvenes con 26 años promedio pudieran llevar adelante este emprendimiento sin auspiciantes ni propaganda? ¿Cómo hacerlo contando sólo con el apoyo de comisiones de cultura, grupos culturales vocacionales o secretarías municipales (cuanto mucho provinciales)?
Puesto a elegir una razón, entre las muchas que conforman los cimientos mismos de la fuerza que los llevó hacia adelante, elijo: el deseo de concretar un sueño colectivo. El que muestra en su centro la Gira Nacional de ese año. No fue la única, pero fue la más extensa y acaso la más íntimamente ligada a las bases fundacionales del Centro de Estudios de Arte Dramático.
Es lo que este libro intenta mostrar siendo, simultáneamente, un libro soñado hace mucho tiempo y finalmente concretado.