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El universo femenino cabe en estas cuatro obras de María Rosa Pfeiffer. Al menos el que, en Occidente, deviene de tradiciones en crisis desde el siglo XX. A través de los deseos y las frustraciones, la valentía y la sumisión, los miedos y las furias de sus mujeres, la autora devela también al varón que, como en toda bipolaridad, es el antagonista necesario. Los personajes de la lorquiana Sangre de carnaval van de la infancia a la adultez tironedados entre el impulso erótico, el ansia de posesión y la agonía de la pérdida. Las protagonistas de Papel de seda o de Pecas alternan la fantasía del goce con la de la muerte. No menos que la protagonista de La luna y el pozo, que pretende enterrar el objeto de su libido en la fosa/tumba que excava. Pero la fascinación de estas piezas excede su destino escénico. Porque como escritora, actriz, directora teatral y artista plástica, Pfeiffer es capaz de seducir no sólo desde la teatralidad de una puesta sino también desde la lectura de una prosa poética de múltiples registros.
A fines de la década del sesenta, en medio de los carnavales, la comparsa de Mascaritas y los personajes de la obra, representan la historia en el escenario de un club de pueblo del interior. El relato va y viene entre Nené niña y Nené adolescente. Ella vive en casa de su abuela. Su madre y su padre la han dejado, solo él le escribe cartas a la distancia. Nené, cumple sus quince años, y su primera conquista es Eduardo, un disfrazado de hechicero en el carnaval.
La madre de Nené se fue con otro hombre, candidato de la hermana del padre de Nené. Este hecho despierta la cólera de la tía y la abuela. Ellas creen que Nené seguirá los pasos de su madre, está en su sangre. Lo cierto es que Eduardo resulta ser un machista empedernido que no hace más que tratar a Nené de un modo intempestivo y violento, forzándola al matrimonio.
Cuando parece estar condenada a repetir la historia de su madre, Nené, con ayuda de Nino, un hombre que la anima y la aconseja como un padre, y Nené niña, logra escapar de ese cruel destino.
Personajes: 6 hombres, 5 mujeres.
Es el velatorio del hermano de Miguel. Martina, su prima, lo acompaña. Juntos mantienen una conversación donde rememoran la perdida de la madre de Martina. Cuando ella se retira de la sala velatoria, nota que Rubén, su primer amor, ingresa. Con una excusa inverosímil, ella vuelve a la sala para encontrarse con él.
Los años han pasado, pero Martina parece guardar cierta añoranza hacia aquello que fue. En el espacio menos indicado, ella y Rubén, terminan por montar una escena de reproches y celos que no pasa desapercibida.
Personajes: 2 hombres, 1 mujer.
Ana y Germán son pareja y viven juntos hace pocos años. Ella es mayor que él y está preparando su tesis. Él es fotógrafo. Santiago es el profesor que dirige la tesis de Ana. Ambos se encuentran cada sábado para dar curso a la investigación.
Germán cada tanto suele caer en un profundo estado de tristeza que lo deja en silencio y petrificado, casi muerto, según Ana. Claro, es que él fotografía la muerte, su trabajo es el de fotografiar cadáveres en la morgue.
En uno de sus encuentros, Santiago, le confiesa a Ana cuan atraído se encuentra hacia ella, y comienzan una relación paralela.
Germán consigue dejar su tortuoso trabajo atrás, en pos de algo mejor en el exterior, y con la promesa de Ana de encontrarse pronto allí. Santiago no concibe la idea de que Ana lo abandone. Ella está embarazada de Germán, pero él, con sus ojos tristes, siempre ha sido la muerte, mientras que Santiago, ha venido a dar vida a la fantasía y al goce.
A punto de partir, Ana da marcha atrás, para quedarse con su hijo, hasta que pase el dolor y encontrar la calma, escribiendo cartas que trasciendan la distancia.
Personajes: 2 hombres, 1 mujer.
Una mujer, en su patio, contempla con un telescopio la luna, y cava un pozo con una pala. Otra vez está sola, sus cuatro hijas se han ido, a su tiempo, dejándole una herida de amor. En su relato, a público y a la luna, la declara culpable a ésta última, de su desamparo. Ella, es una mujer angustiada e insomne que decide cavar un pozo para atrapar la luna. Para cuando logre hacerla descender con su telescopio, la luna podrá caber en el pozo. Como un animal en su madriguera, quiere encerrarla por un tiempo, para que aprenda.
Entre recuerdos, alucinaciones, y sucesiones de imágenes ya no sabe que es real y que no, pero prosigue cavando, entrando y habitando el pozo/tumba para el objeto de su libido. Donde está ya no sabe. Todo se ha extendido formando un gran pozo.
Imagina a su padre cazando perdices, ella que toma su rifle y dispara a la luna hasta verla caer y finalmente la entierra. Se recuesta sobre ella para hundirla y fundirse ambas en la tierra. Pero él llega, su marido, y le tiende su mano. Ella sonríe afuera, en sus brazos, y confirma que ahora la tierra tiene otra luna. Quizá ésta sí sea una luna buena.
Personajes: 1 mujer.