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El gran mérito del Teatro del Cielo es la transformación de su expresión en símbolos que anulan la imitación, transfigurándola en una recreación de la libertad de la escondida humanidad del ser, que cae como una centella en el espectador, situándolo sin preludios en la presentación de la representación. Martín Peña Vázquez, director de la compañía, con gran generosidad entrega ejercicios y las maneras de ejecutarlos en este libro.
Después de presenciar una obra del Teatro del Cielo, habrá que cerrar los ojos para poder ver y conocer las profundidades en el continuo aprendizaje de la metafísica de la expresión artística, para lograr sentir la política del saber y el placer del sentir en el aprendizaje, el desvelo de la memoria, de la inteligencia que traspasa géneros, nacionalidades y que logra abolir fronteras, haciendo universales las obras del Teatro del Cielo y el libro “Raíz y Provección del Pensamiento Corporal”.
Alberto Kurapel