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En un principio, el cine. Luego, los autores. ¿Ahora, los cineastas? No es tan simple, ni tan simplemente lineal. ¿Qué es un cineasta? La pregunta se ha planteado, un día, en cuanto a la palabra y a su sentido, puesto que los franceses habían terminado por nominar a aquel o a aquella que hace un filme indistintamente: realizador, director, autor o cineasta.
Preguntar qué es un cineasta sugiere que esa indistinción en los hechos recubre cuatro concepciones diferentes, comprometiendo cada una al estilo y las ideas de hasta el menor filme en obra.
¿Podemos contentarnos con la objetividad inerte que designa “obras de arte” y “filmes importantes”? ¿Debemos restringirlo a la interpretación? ¿Es acaso el mismo, aquel que hemos visto en sala y que vemos luego en video? ¿No se trata de una percepción fragmentaria, progresiva, infinita? ¿De qué conflicto es tal o cual filme la escenificación? ¿Cuál es el rol del tiempo -tiempo biográfico, flujo del tiempo- en la formación de una obra? ¿Y en su lectura? Estas preguntas son planteadas por los mismos filmes, esos protagonistas de total confianza.