Más resultados...
El sonido (los ruidos, los efectos sonoros) y la música ocupan desde siempre, en el teatro, un lugar primordial. Sólo que hasta ahora no se había planteado una discusión seria al respecto, y mucho menos con creadores de la talla de los aquí incluidos. La reunión de los mismos es sólo uno de los méritos de Mescia. El otro y fundamental, es poner en letras de molde y sumar a la bibliografía escénica un texto que, descontamos, habrá de ser pionero e inevitable referente en la materia.
Ya desde el título de la obra, el autor propone un enfoque original y desestructurado. Serán los mismos hacedores de la experiencia teatral los que contribuyan a definir qué es, como es y cómo debe ser el aporte del sonido a los distintos géneros de la escena.
Para muchos de ellos, será la primera vez que reflexionen (al menos en público) al respecto, pero ninguno niega o pone en duda la importancia de los sonidos en el ámbito del teatro.
Otro mérito (uno más) del autor es el llevar el rumbo de las preguntas y respuestas de un modo tan abarcativo que se conjugan aquí desde el teatro griego y las teorías de Aristóteles a las más vanguardistas posturas estéticas y experiencias escénicas actuales. El resultado es un texto ameno, llevadero, rico como disparador de ideas y a partir de ahora, no dudamos, indispensable. Sobre todo porque, como con gracia recuerda Rudnitzky que dijo MacLuhan: “No hay párpados para el oído”. Ni en el teatro ni en la vida.