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Este libro nos lleva hasta Tandil. Hacia ese lugar enfilamos, de paseo por los rieles que atraviesan el corazón rocoso de la pampa bonaerense, para aprender sobre los ferrocarriles que convirtieron en ciudad aquel fuerte de frontera, para visitar sus estaciones, galpones y talleres, y enterarnos de lo que pasó con la gente que trabajó en ellos cuando el tren dejó de pasar, o siguió pasando, pero al servicio de un interés que, para muchos, se volvió excluyente. […]
¿Cómo fue que tantos lugares, claves para la vida de nuestras ciudades, pasaron a ser concebidos como un mero obstáculo? ¿Cómo se fabrica ese “sentido común” que impone, en cada época, una idea de lo propio y de lo ajeno, de lo que es patrimonio de una comunidad o de apenas de unos pocos? ¿Quiénes lo producen? ¿Y qué papel nos toca en ello?
Un club, una biblioteca, un teatro, un centro cultural, una incubadora de arte, un taller de picapedreros representan, tal vez, maneras de intervenir, en concreto, sobre estas cuestiones. […]
Estas “poéticas de la persistencia” van en busca de un arte de componer que anude la permanencia al cambio. También en esto se parecen al tren. El ferrocarril es la locomotora corriendo y a la vez el durmiente que, firme en la tierra, sostiene su paso. Y así como hizo falta fijar muchas cosas para hacer posible su traqueteo, quizás fue el ir y venir de innumerables trenes el que terminó por establecer un sentido de pertenencia, una identidad local que, como propone este libro, resulta de la conexión singular entre “procesos” y “espacios”.
Nicolás Testoni