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Pintura y sociedad
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Pintura y sociedad
AÑO
1960
PAÍS DE ORIGEN
Buenos Aires, Argentina
EDITORIAL O ENTIDAD EDITORA
Emecé
PÁGINAS
400
INCORPORADO AL CATÁLOGO
20.04.2022
CONSULTAS
43

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Constituye este libro una obra capital, destinada a esclarecer uno de los problemas más apasionantes que plantea la estética de nuestro tiempo: ¿es el arte contemporáneo expresión de una decadencia o, por el contrario, señala el advenimiento de una nueva era en el proceso perenne y universal de las representaciones plásticas?

Para alcanzar conclusiones valederas, el autor ha resuelto estudiar un aspecto particular del vasto dominio de las relaciones entre el arte y la sociedad, tomando a tal fin, como punto de partida, un análisis de la pintura italiana del Quattrocento, período que por múltiples razones, encierra elementos particularmente ilustrativos a los fines de la demostración buscada.

En efecto, encarando la perspectiva y la representación del espacio como manifestación concreta de un estado específico de la civilización, Francastel se pregunta si el éxito del sistema plástico elaborado por el Quattrocento no estaba también ligado a la declinación de una cierta forma material e intelectual de la actividad humana, tanto como a la aparición de otra. Llega así a concebir una demostración por partida doble: nacimiento y decadencia de un estado de civilización; y ello, para terminar demostrando cómo se puede entrever simultáneamente en nuestros días la aparición de ciertos fenómenos que señalan un lento elaborar, todavía titubeante, y la de un nuevo sistema en vías de sustituir al que, por un deslizamiento parecido, expulsará otrora algunas fórmulas representativas de un estado de sensibilidad ya cumplido.

Aclara el autor que de ninguna manera ha pretendido trazar el bosquejo definitivo de lo que debe ser la verdadera historia del arte de nuestro tiempo. De ahí que, poniendo en duda el valor de los esquemas habituales, no busque sustituirlos, sin embargo, por los suyos propios. Quiere, eso sí, poner en guardia a aquellos que se esfuerzan prematuramente en trazar las grandes corrientes de la civilización de hoy. A este respecto piensa Francastel que, si aún a pesar del alejamiento que da el tiempo, no podemos ponernos de acuerdo sobre la existencia de un Renacimiento o de un Barroco, cuanto más arbitrarias nos habrán de parecer las tentativas para trazar día a día las líneas de fuerzas del tiempo presente.

“La verdadera historia del arte moderno (afirma) saldrá, no de la definición sumaria y puramente objetiva de algunas ideas generales, sino de un estudio profundizado de las técnicas y de una descripción ampliada de la variedad de grupos humanos (extraordinariamente divididos y sin cesar en vías de deshacerse y de reconstruirse) que participan en la producción e interpretación de todos los objetos estéticos, incluyendo los objetos utilitarios”.

La hipótesis fundamental de esta obra es que desde el siglo XV al XX un grupo de hombres ha edificado un modo de representación pictórica del universo en función de una cierta interpretación psicológica y social de la naturaleza, fundada sobre una suma de conocimientos y de reglas prácticas para la acción. Por consiguiente, este libro está limitado a la demostración del hecho de que un número dado de hipótesis intelectuales sobre las dimensiones y significación del espacio han sido aceptadas básicamente por las civilizaciones occidentales durante un período y que con ellas se está en presencia, no de una categoría del espíritu, sino de un montaje estético. Esta demostración, sin duda necesaria, no agota, empero los problemas que suscita. Antes bien, el gran debate que la revolución estética de nuestro tiempo propone al artista, al crítico y al aficionado, se ve singularmente enriquecido por el extraordinario valor del aporte que proporcionan estas páginas.


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