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“Era predecible que nuestra ciudad pueblo, con su tendencia a amontonar artistas, terminara juntando a los dramaturgos locales para trabajar juntos.
La experiencia de la Dramaturgia Express (desarrollada durante el Congreso de Dramaturgia Platense en Octubre del 2014) se basó en escribir espontáneamente unos junto a otros, casi literalmente codo a codo, sin prejuicios. La pauta que nuclea los textos era inevitable: la inundación del 2 de abril del 2013. El resultado de esas casi dos horas de trabajo son estos siete textos, improvisados en esa jornada o llevados a medio cocinar. Los hay inconclusos, abiertos, embrionarios: todos fruto de la poco frecuente experiencia de escribir en público, con una total entrega a exponer los métodos y el coraje de exhibir algo que tal vez no sea más que un borrador”
La obra se desarrolla en un altillo, mientras afuera, la lluvia azota inundando la ciudad. Lidia y Augusto se resguardan junto a su vecina, M. Estela. La desesperación y la angustia perturban a Lidia, quien no vislumbra chance de mejora. La pareja logra una comunicación telefónica con su hijo, con la esperanza de un posible rescate, pero defensa civil no da señales de ayuda. Entre tanto, Augusto se lanza a rescatar a su perra, acción que desata el pánico en Lidia. La vida del animal, no parece inquietarla. El tiempo pasa, los ladridos ya no se oyen y Augusto no aparece. Sólo queda esperar.
Personajes: 1 hombre, 2 mujeres.
Se plantean dos planos, uno, el de un movilero que trata de hacer su labor periodística en plena inundación, en el barrio de Berisso, ciudad de La Plata. Su ferviente relato de los hechos no cesa. Recibe información, se corrige, repite y prosigue con exhaustivo detalle. En el otro plano, un supermercado chino, Ming Lai le da órdenes a Sosa, su empleado, de que acomode la mercadería a lo alto de las góndolas para que no se desperdicien a causa del agua. La china mece a su bebé en el cochecito, sobre el agua que ya tapa sus ruedas. En el afán desmedido de no cesar la venta, la catástrofe no la sobrepasa, al punto de llegar a solicitarle ayuda al movilero de afuera con la mercadería. Para Ming Lai la cortina no se baja, aun en las peores de las circunstancias, y sin clientes.
Personajes: 2 hombres, 1 mujer.
Una mujer de 40 años está parada encima de su mesa y cubierta con una bolsa de residuos tipo vestido. Indignada, exorciza los males que la inundación ha venido a revelar. Que el mal peor ha sido la lluvia, es sabido, pero sus consecuencias a nivel social, son vergonzosas. Las actitudes más nefastas de los medios, de la gente para aparentar solidaridad y su afán por corroborar la cantidad de muertos, desencaja a la mujer. Y el peor dolor: la ausencia amorosa. Retrospectivamente, la mujer anuncia como su compañero o amante, la abandona. Ella que ha hecho todo por él, solo ha sido una anónima. Esa noche, su única y fiel compañía es su perro.
Personajes: 1 mujer.
Una oficina creada para ayudar a superar shock postraumáticos de la inundación del 2 de abril. Walter es el nuevo empleado, y no parece entender la dinámica y las reglas de trabajo, reglas que Estercita parece profesar a rajatabla, pero no practicar del todo. Funes, ha recibido una notificación para presentarse a tal oficina. Allí proceden a borrar, a eliminar la marca del agua, la huella de la inundación: gritos, dolor, muerte, como si pudieran ser extirpados del recuerdo, del cuerpo. Estercita, la devota fiel de este plan nefasto, y Walter, el empleado principiante que se ve obligado a hacer lo peor, no pueden creer que la marca, una línea negra que atraviesa el cuerpo de todos los sobrevivientes, no pueda ser finalmente borrada. La marca vuelve. Y a ellos mismos les vuelve a aparecer. Estercita no concibe seguir adelante entre el miedo a un sumario, por este desbarajuste, y sus propios recuerdos. Con un disparo en su corazón, termina con su vida.
Personajes: 1 mujer, 2 hombres.
Una mujer, entre corrientes de agua, relata un hecho en el que casi pierde su vida y la de su pareja. Nadando hacia la última ola, en una isla, se sintió de pronto perdida y sin retorno. El episodio marcó su vida, y los sobresaltos tardaron en irse. Ahora, otra vez el agua que viene a querer llevarla. Él no volvía y el agua crecía. Al salir a buscarlo, en la plaza de su propia ciudad, es arrastrada brutalmente por el agua hasta quedar agarrada a un poste de luz como único modo de supervivencia.
Personajes: 1 mujer.
La mujer se encuentra terminando de embalar y limpiar el agua que la inundación ha dejado. La madre del hombre ha muerto. Él, se halla frente a la ventana de la que supo ser su casa, contemplando su antiguo barrio. La obra despliega la memoria del hombre, de la que brotan los recuerdos de los morochos del barrio y de su familia.
Personajes: 1 mujer, 1 hombre.
Ernesto y Flavia están en el sótano de una antigua mansión familiar, la de la familia Pérez – Garate. Parece ser que la familia ha vaticinado varios sucesos y catástrofes a lo largo del tiempo. Es una teoría que Flavia viene sosteniendo, a partir de elementos que han aparecido, antes de importantes sucesos y que vendrían a ser, nada más y nada menos, signos de profecías. En un cuaderno del Siglo XIX del tío Jorge hallan un poema que relata algo acerca de las siete plagas de Egipto, relato que acapara la atención de Flavia, ya que una de las plagas era la crecida del río Nilo. Ernesto parece un poco escéptico al respecto, pero su actitud cambia al encontrar una foto de un casamiento donde se ve a un paraguayo amigo de la familia, casualmente llamado “el paragua”. Dos señales que anticiparían la inundación de la ciudad.
Personajes: 1 mujer, 1 hombre.