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En Ni siquiera el diluvio, el mundo está agitado por vientos furiosos de destrucción no sólo de vidas sino de principios humanos. Los tres actos sirven para mostrar, a través del cataclismo universal y la eterna vigencia de los conflictos bíblicos, el devenir de la raza del hombre. Las dos actitudes ante un cambio total que lo arrase todo, están dadas por la mujer de Cam que llora el fin de un mundo que amaba, y la mujer de Sem, jubilosa porque sus hijos hallarán “una tierra libre de malvados, un mundo para modelar con sus manos inmaculadas”. Noé es el dirigente que siente la pesada carga que le ha tocado, que llora ante la destrucción por “haber sido elegido yo y mi casta, para testigos de tan rigurosa Justicia”. Pero la limpieza no llega ni con todas las aguas lustrales del diluvio y la mujer de Cam le dirige a Sem, su amante, estas terribles palabras: “Aprende a vivir desesperado y con la sonrisa de paz en los labios, apretando los dientes para que la amargura de tu corazón no se desborde.
En Misterio de Navidad aborda un género teatral popular en la Edad Media, en el que todos los convencionalísmos eran aceptados porque la comunión de actores y público se daban por vía de la fe. Gustavo Cohen, en su Théâtre au Moyen Àge nos describe con su prosa galana el encanto de esas representaciones al aire libre que se prolongaban por días enteros, y en cuyo transcurso el pueblo veía a los actores trasladarse de una a otra de las “mansiones” yuxtapuestas que constituían la escenografía.