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Inglaterra, España, Francia e Italia produjeron en los inicios de la época moderna un prodigioso desarrollo teatral. De él estuvo ausente la voz de Alemania, en cuyo pobre panorama escénico hubo un cambio radical sólo al promediar el siglo XVIII. El mayor artífice de tal renovación a la vez que autor de sólidas propuestas estéticas fue Gotthold Ephraim Lessing (1729-1781). Defensor y difusor de Shakespeare, también de Calderon y otros “nuevos” dramaturgos, fluctuante entre sajones y prusianos, entre librepensadores y teólogos, Lessing logró un certero equilibrio en sus escritos, publicados en Leipzig, Berlín, Breslau y Hamburgo, principales lugares de residencia.
Su Laooconte es un clásico de la estética moderna; de importancia fundamental es La educación del género humano; pero su producción dramática quizá haya trazado los surcos más profundos: Miss Sara Sampson, Emilia Galotti, Natán el Sabio y sobre todo Minna von Barnhelm constituyen verdaderos hitos.