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Marinero del desierto
Disponible en sala
en acceso abierto | Sala Raúl Echegaray
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Marinero del desierto
AÑO
2016
PAÍS DE ORIGEN
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina
EDITORIAL O ENTIDAD EDITORA
Patagonia
PÁGINAS
118
IDIOMA
Español
INCORPORADO AL CATÁLOGO
14.09.2022
CONSULTAS
47

SINOPSIS:

Hablar del libro que Marcos Britos decidió llamar Marinero del desierto, no sólo es hablar de la vida, de los recuerdos del hombre luchador y poeta, no. Me animo a decir que es el balance generacional hecho poesía. Allí los inmigrantes, los abuelos, nuestros padres y nosotros en esta historia ahora invertida por el tiempo, donde uno mide la distancia sabiendo que ya no es la dinámica de lo nuevo sino de esa etapa que significó la mitad más cercana del siglo pasado. Sólo algunos poetas, casi muy pocos, son capaces de tanta soltura, de abrir y fraguar tantos interrogantes a los que luchan con el afán de lograr un mundo mejor, hoy más necesario que nunca. Y ahí la musa inspiradora que nos lleva y trae, nos traslada y convive con nosotros como lo hizo anteriormente en los conflictos, en las asambleas, en las marchas, en las huelgas. En esa otra creación que nos permitió crecer y seguir viviendo, y hablar de nuestros compañeros muertos y desaparecidos, mientras a puertas cerradas escribíamos los más bellas poemas. Es que gracias a la poesía, muchísimos hombres y mujeres se han salvado del suicidio o pueden resistir la hecatombe humana. Los poetas de lucha tienen que aprender a convivir con estas contradicciones. Tanto Miguel Hernández, Machado o César Vallejo no buscaron la muerte, como Maiakovsky, pero todos vivieron los dolores de la humanidad como propios y sintieron sus consecuencias. León Trostky no casualmente se reunió con André Breton, y Luis Franco se carteó con él y le escribió su poema. Es que los poetas son la contracara de ese mundo que oprime. Así como la sociedad se refleja en la poesía y condiciona al poeta, éste -incluso desde su inconsciente- no puede evitar la denuncia. Marcos Britos hace su balance, y no necesariamente en su prólogo. Hay dos poemas emblemáticos que lo definen. En el primero, Veinte años después, se pregunta: ¿En qué lugar habremos extraviado el motor/y qué pantano habrá hundido/tanto sueños? Y ahí el sueño del amor y la mujer, o el hijo ya adulto, y el dolor por las pérdidas, y la revolución que se demora, y la vida como calesita de elefantes, y la murga que canta cuando pinta el paredón. El que afloja, pierde; termina diciendo. Y en el segundo, Madre en la niebla, comienza: Entonces Madre sonríe delicadamente y se pierde en la niebla… para terminar, cuando el aire se deposita sobre mí en cada poro/y arma una coraza de infinita dureza. En ambos, el cierre de la resistencia y la poesía como rescate del hombre por el hombre.

Roberto Goijman


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