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A partir de un grupo de personas que deambulan en una suerte de campo de concentración abandonado,el dramaturgo Luis Cano construye una mirada dramática que funciona a la vez como una explicación del presente (Argentina, 2002) y como una relectura de la historia local de los últimos 50 años que incluye asimismo la actualidad. En el exceso y el patetismo de los personajes surgen, como una iluminación, las migajas de un país.