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Separados de Dios por la evidencia del Mal, ¿no es ésa la antigua kierkegardiana, ése no estar nunca seguros de encontrarnos en presencia de Dios, ni a través de la inmersión en las profundidades del pecado -para de ahí saltar a la fe-, ni en las de la santidad -pureza inaccesible a esa paradoja que es el ser humano-, unión y contradicción de lo finito y lo infinito? La “nostalgia de un Dios ante el cual caer de rodillas”, creo, es el centro de La séptima morada, el corazón de un laberinto donde el corazón lucha con las tentaciones de la racionalidad a través de los no menos tentadores caminos del sueño y la imaginación para encontrarle razón a las sinrazones del sufrimiento y del dolor como manifestaciones del Mal, y a esa conciencia -satánica- de que “no existe perdón, ni alivio, ni ayuda, ¡nada!”, de que nadie puede ayudarnos a amar, a creer, a cambiar nuestras circunstancias, es decir, a desnudarnos.
Esther Seligson
Luis de Tavira nació en la ciudad de México el 1º de septiembre de 1948. Sus obras principales son: Novedad de la patria, La pasión de Pentesilea, Ventajas de la Epiqueya, Crónicas de viaje, Tarde perpetua y La tarde y el río. Ha recibido múltiples premios y es uno de los directores teatrales más destacados del país.