Más resultados...
Las notorias formas escénicas surgidas de la liturgia cristiana tanto como una mala lectura de la Poética aristotélica por parte de los humanistas conspiraron contra una justa apreciación del teatro profano de la Edad Media, claro ejemplo de las manifestaciones del proceso de secularización que condujo al Renacimiento. Esa expresión teatral tuvo un triple origen en los rituales paganos, la comedia latina escolarizada y los elementos no religiosos del teatro cristiano. De allí nutrió sus raíces en las festividades tradicionales de los pueblos europeos, particularmente en las fiestas anuales y estacionales comunitarias (festividades de renovación y propiciación, como Carnaval, Año Nuevo, Pascua, etc.). Desde el canto lírico coral hasta la danza, de la música al relato dramatizado, los elementos configuradores fueron diversos, pero hacia el siglo XIII, se han de organizar ya con autonomía, como bien puede apreciarse en las piezas de Jean Bodel o en las de Adam de La Halle (El juego de Robin y Marion). Luego de un cierto eclipse, el teatro profano resurgirá en el siglo XV con gran vigor y estructuras más ricas (por ejemplo, La farsa de Pathelin).