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El arte de un relator se reúne con la técnica de un maestro para expresar en un lenguaje gráfico teorías frecuentemente consideradas incomprensibles. La obra, en su conjunto, se parece bastante a una galería de cuadros, que para mí evoca el recuerdo de una época en la que la enseñanza de la óptica daba lugar, en la penumbra de un laboratorio, a demostraciones apasionantes, que dejaban impresiones visuales muy vivas, lindantes con la sensualidad.
Aprecié mucho el esfuerzo del autor por proveer una multitud de explicaciones bastante sorprendentes; en las cuales el humor ó la paradoja retienen una atención que es siempre frágil.
Debo confesar, por fin, que sus descripciones me han conmovido a veces, en particular cuando él evoca, a su manera, el nacimiento del PAN-CINOR, el primer zoom industrial. Si se me ocurrió cortar las lentes de dos -virtualmente, por supuesto- yo pienso, como mi amigo Granger, que siempre es agradable y también a veces es útil saber romper con ciertos conformismos.
Dado que antes de la aparición del zoom se afirmaba que los espacios entre los vidrios debían ser siempre menores que el micrón, yo tuve la curiosidad -condenable en aquel tiempo- de experimentar los desplazamientos de las lentes y de observar la incidencia de éstos sobre la transformación de la imagen. Así fue concebido el PAN-CINOR.
Yo pienso que la parte imaginaria que impregna tan agradablemente la obra de Pierre Marie Granger tiene el estilo como para suscitar vocaciones. Es el deseo que transmito, haciéndole llegar mis felicitaciones amistosas.