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Atilio Betti, que maneja magistralmente, tanto el drama, como la comedia o la historia vivencial (Primer Premio Nacional al Drama 1962, con Fundación del desengaño; Premio Nacional de Comedia 1957 con Farsa del corazón; Premio Casavalle de la Cámara Argentina del Libro 1954 con Francisco Bernardone) elige deliberadamente ese lugar impreciso, que tan bien delimita, esa tierra de nadie, que es la tierra de todos donde viven sus personajes, que llegan tanto a nuestra admiración como a nuestro corazón.
Farsa del corazón es una pieza profunda y amarga, con apariencia de alegre y divertida -y uno de los clásicos en nuestra dramaturgia contemporánea- innumerables veces representada hasta el día de hoy.