Más resultados...
El teatro polaco de los años ochenta se diferencia en grado considerable de la vida teatral de la década anterior. Los tormentosos acontecimientos que tuvieron lugar en el país a comienzos de la década no podían dejar indiferente al teatro. Como suele ocurrir en las épocas de crisis y virajes políticos, los sucesos reales han resultado mucho más dramáticos (al menos más emocionantes) que las situaciones y conflictos que se pueden ver en el teatro. El teatro mismo se ha transformado; aunque por naturaleza reacciona ante la realidad con cierto distanciamiento temporal e intelectual, no siempre quiere ir a la zaga de los acontecimientos. Sometido a la fuerte presión de las expectativas sociales, el teatro ha tratado de seguirle el paso a la vida y de comentar lo que ocurría.
Hubo así un teatro político que se enfrentó al pasado más reciente; las piezas como Junio 56 (Teatro Nowy de Poznan) y Relatos de Hanna Krall (Teatro Maly de Varsovia), basadas en documentos y biografías auténticas, han revelado datos desconocidos de la historia reciente.