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El Barroco entero fue teatro: de las fiestas palaciegas al Corpus, de las hiperbólicas misas a las procesiones, de las danzas a los desfiles.
En los corrales y en Palacio, las representaciones teatrales desataron pasiones, y el género alcanzó una enorme popularidad. Javier Aparicio nos sumerge en ese mundo y nos muestra sus entrañas, sus recursos y sus códigos, con el resultado de que el lector que asista, por ejemplo a una de las representaciones de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, verá una obra diferente, mucho más próxima en intencionalidad de sentido a cómo la veían los espectadores del siglo XVII. Es en ese sentido que este libro adquiere una doble función: por una parte es un exquisito ensayo sobre el teatro de la época. Y por otra parte una suerte de guía del espectador.